MIA Inmunoalfabetización

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Marianela Castés

Mi historia personal

Nací en Caracas, Venezuela, un 5 de marzo de 1945. Con mucho orgullo llevo las tres razas que me dieron mis abuelos: blanca, indígena y negra. El día que tome conciencia de ello, me consideré bendecida.

Así equipada llegué a este mundo. Tuve una infancia muy feliz, pero no tradicional. Fueron mi mamá y mis abuelos maternos quienes me criaron, educaron, respetaron y sobre todo me amaron, ante la ausencia de mi padre. Así que mi abuelo materno fue en realidad mi Padre, aunque muchos años después entendí que nunca los abuelos sustituyen a los padres en la psique de los niños y que tendría que lidiar con ese sentimiento de abandono toda la vida.

Debido a ese espacio de amor que envolvió mi niñez, fui una niña alegre, bulliciosa y muy espabilada, comentaban en mi casa. A pesar de la ausencia paterna mi familia materna me equipó bien para la vida.

Los viajes han marcado cambios profundos en mi vida. Cada transformación ha sido precedida por un viaje. El primero de ellos fue el mudarme a Europa, concretamente a Bruselas, recién cumplidos los 15 años, donde mi mamá había sido asignada para trabajar en la Embajada de Venezuela. Tengo la absoluta certeza que mi vida hubiera sido distinta de no haber sido por esa experiencia viajera a tan corta edad.

Pasé casi 4 años en Europa, aprendí inglés, francés, visité muchos países de Europa, y descubrí que el mundo era ancho y ajeno como menciona Ciro Alegría. La imagen de la mariposa saliendo de la oruga definiría acertadamente para mí esos años. Eche a volar y ya nunca más fui la misma. Mis viajes, me han confrontado con costumbres y culturas diferentes, han contribuido a mi crecimiento personal, me han permitido cambiar creencias y salir de mi zona de confort muy a menudo, lo cual me obliga a redefinirme constantemente. En este momento me considero ciudadana del mundo. He visitado todos los continentes, incluyendo Australasia.

Así que mi escolaridad, mis estudios universitarios y de postgrado han estado marcados por el vaivén de mis viajes. He estudiado en Bélgica, Inglaterra, España, Francia, Estados Unidos y Australia y por supuesto en mi Venezuela natal.

24 años

de experiencia Inmunoalfabetizando

En 1969 me gradué de Químico en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela (UCV), que también marcó mi vida. Mi casa de estudios la UCV se convirtió verdaderamente en mi Alma Mater hasta el día de hoy. Aprendí no solo química, la universidad me enseño valores, me enseño a desarrollar un pensamiento propio, a discutir mis ideas y confrontarla con mis pares, me inculcó principios de libertad, integridad, igualdad, justicia, dignidad, solidaridad y muchos más.

Cinco años después de graduarme de Químico, me fui a París en busca de mi Doctorado. Hice de la Inmunología una forma de pensamiento propia. Tuve el privilegio de estudiar en el Instituto Pasteur de París, cuna de la Inmunología. En París viví más de 4 años. Llegué sola, a los 28 años, recién divorciada, con mis dos hijas de 2 y 4 años.

París no se quedó atrás en lo que iba a aportar a mi historia Personal. No solo me permitió obtener una Maestría y un Doctorado con honores en Ciencias Naturales, opción Inmunología, sino que me permitió encontrarme y saber quién era. Comencé a valorarme como mujer, comprendí el valor de la independencia, autonomía y libertad, y que debería luchar por mis sueños. Aprendí a ser la mamá que quería ser y no un estereotipo impuesto por valores patriarcales.

Regresé a Venezuela y empecé mi carrera Profesional como Inmunóloga desde la Escuela de Medicina José María Vargas de la Universidad Central de Venezuela. Me incorporé como Profesor Instructor y recorrí todos los escalafones hasta Profesor Titular. Fundé la Cátedra de Inmunología de la Escuela de Medicina José María Vargas de la UCV. Fui fundadora del laboratorio de Psiconeuroinmunología del Instituto de Biomedicina. Desarrolle una carrera muy fructífera como investigadora y docente, que me valió varios premios y reconocimientos: Orden Universidad Central de Venezuela y la orden José María Vargas entre otros. Publiqué más de 70 trabajos de investigación en revistas especializadas e internacionales de Inmunología. Obtuve proyectos de organismos Nacionales, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT) y Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico (CDCH) e internacionales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), así como proyectos de cooperación con el Instituto Pasteur de París y la Universidad de Cambridge en UK. Fui considerada como experta internacional de la OMS en el campo de la Leishmaniasis. Tenía una carrera profesional vibrante y cosechaba un éxito tras otro. Formaba parte de una elite nacional de reconocidos investigadores. Mis hijas crecían estudiosas y sanas e ingresaron a estudiar medicina en la Universidad Central de Venezuela, hoy son dos exitosas profesionales de la Medicina.

Y un día me enfermé. Lo he contado muchas veces. Llegó sin avisar y se presentó con sangramientos profusos, en dos días mi hemoglobina había caído a 7. Los exámenes revelaron que probablemente tenía un fibroma en el útero y que debían operar de emergencia.

Me extrajeron tres fibromas, y la biopsia revelo que eran efectivamente fibromas, tumores no malignos. Sin embargo, ese evento de nuevo marco mi vida. Mi intuición inmediatamente me informó que esos fibromas que con toda certeza no estaban allí el año anterior, habían aparecido como consecuencia de un evento estresante que había enfrentado 10 meses antes, el cual viví con mucho dolor, rabia, frustración y hasta desesperanza. No busqué ayuda especializada, pues hasta ese momento siempre había sido fuerte para encarar las dificultades de la vida, y pensaba esta vez no sería una excepción, me concentré y dedique más tiempo al trabajo. Fui enormemente productiva en ese tiempo. Sin percatarme que dentro de mí se gestaban y crecían tres tumores, justamente en mi útero y que ello tenía relación con mi feminidad. Consideraba que nada era casual.

En ese momento si busque ayuda y comencé un proceso de Psicoterapia que duró casi 20 años. Parecía que tenía muchos problemas que resolver. La ausencia de mi padre la primera. Sin embargo, lo más importante fue encontrar explicación científica para aquello que me había llegado desde la intuición. Que mis fibromas eran la consecuencia del evento estresante que había vivido meses atrás, relacionado con el abandono de mi segundo esposo, después de una relación bastante feliz de 23 años. Los abandonos masculinos, comenzando por el de mi propio padre, han sido una constante en mi vida. Sin embargo, en la actualidad solo las valoro y agradezco por el papel fundamental que jugaron en mi vida. Además, me condujeron a la Psiconeuroinmunología.

Fue un amor a primera vista, me apasioné por este nuevo conocimiento y me dedique a estudiar. Pedí un año sabático y me fui a profundizar en esta disciplina con el Dr. Carl Simonton y con el mismo Dr George Solomon, Padre de la Psiconeuroinmunología, quien generosamente me concedió su amistad hasta su muerte.

La psiconeuroinmunología llego a mi vida para transformarla. Inicié un nuevo viaje, esta vez no a países lejanos, sino hacia mi propia interioridad. Descubrí que me quedaban muchas cosas por aprender y afrontar. El Viaje no ha estado exceptuado de muchas lágrimas, pero ha sido liberador y transformador. Y créanme, ha valido la pena.

La PNI me obligo a emprender actividades que nunca había imaginado que podría hacer. Salir del ambiente protegido de un laboratorio de investigación universitario, para ir en busca de la gente, y comenzar lo que me he dado cuenta, no era otra cosa que el inicio del Movimiento de Inmunoalfabetización.

Lo primero fue juntar a otros inmunoalfabetizadores: psicólogos, psiquiatras, nutricionistas, terapeutas corporales, y conformar un equipo de trabajo, que se ha ido ampliando con el tiempo. Cumplimos 23 años en mayo del 2018 de trabajo ininterrumpido en Venezuela y otros países de América Latina y ahora ampliado a Centro América.

En este tiempo fundamos la Sociedad Venezolana de Psiconeuroinmunología, siendo su primera Presidenta, y enseguida nos convertimos en co-fundadores junto a Uruguay, Argentina y Perú, de la Federación Latinoamericana de PNIE (FLAPNIE), en este momento soy la Vice-presidenta, además de Miembro Honorifico del comité ejecutivo de FLAPNIE. Hemos participado en todas las reuniones científicas que FLAPNIE realiza cada dos años desde 2008. Creamos un Diplomado de PNI en convenio con la Universidad de los Andes, del cual estamos iniciando la quinta cohorte de profesionales de la salud, ahora además con estudiantes internacionales. Durante más de 20 años llevamos adelante el programa de apoyo psicosocial para personas con enfermedades de alto riesgo, desde la Asociación Civil Creando Salud que funde gracias a la generosidad del Dr. Héctor Payares en 2008. La PNI me permitió cumplir un deseo de vida: escribir un libro, el cual ya lleva 3 ediciones y me ha causado enorme alegría. La editorial EDAF de España, acaba de imprimir una cuarta versión actualizada del libro que lleva por título: Inmunoalfabetízate y toma el control de tu salud.

La creación de este portal para expandir a un nivel más amplio, tanto geográfico, como en número de personas el “Movimiento de Inmunoalfabetización” es un paso más en la idea que nos anima de difundir este conocimiento con bases plenamente científicas, de cambio de paradigma en los conceptos de salud y enfermedad, y que un mayor número de personas se beneficien de él. Es un conocimiento expansivo y liberador, en tanto que le permite a las personas disfrutar de una mejor calidad de vida, y mejor salud en tiempos realmente convulsos. Abriendo una puerta de infinito potencial creador para convertirnos en co-creadores conscientes de nuestro proceso de evolución.

La PNI, me preparó para transitar el tercer acto de mi vida, en circunstancias que nunca imaginé. Siempre he sido viajera y me he acercado a lo extranjero con gracia y familiaridad. Pero cuando partía lo hacía porque era mi deseo y siempre sabía que regresaría a “Itaca”, mi país. Hace tres años tuve que abandonar la tierra donde nací, con todas mis pertenencias en cuatro maletas, ante el peligro que representaba para la salud de mi familia, especialmente la de mi hija mayor, seguir viviendo en mi país Venezuela. Pasé a formar parte de más de 4 millones de Venezolanos que ahora nos convertimos en expatriados, en todos los rincones del mundo. En mi caso en Panamá donde resido actualmente, país al que agradezco profundamente que nos haya acogido con aprecio y solidaridad.

La PNI con su sentido profundamente espiritual, me ha permitido entender, que mi tarea inmunoalfabetizadora debía expandirse a otros países, especialmente a una región tan necesitada como es Centroamérica, además de poder continuar brindándola en mi propio país a pesar de mi ausencia geográfica y en todos los países de Latinoamérica y España. Incluso en regiones de Estados Unidos donde viven un gran contingente de hispanos.

Además de dedicarme a la inmunoalfabetización, en esta etapa de mi vida, aparto un espacio para lo que se llama el intercambio transgeneracional hacia mis dos hijas, sus esposos y sobre todo mis nietas y nietos. Los disfruto plenamente y me he convertido en historia viviente de sus propias historias. Continuo viajando, valoro la amistad como el tesoro más preciado del hombre, disfruto el cine, el teatro, la música y sobre todo la lectura y no pierdo oportunidad de inscribirme en cursos de escritura creativa y de lectura. Me apasiona el tenis y juego dos veces por semana. Además del beneficio cardiovascular, para mi tiene un beneficio psicológico, me hace sentir joven.

Puedo decir sin vacilación que la PNI aportó mayor felicidad a mi vida. ¿Y no es eso lo que al final todos queremos? Mi gran deseo actual es enseñar a las personas a disfrutar de un nivel de salud óptimo, y desde ese espacio a ser más libres y felices para desarrollar su infinito potencial que les permita, como a mí, ponerlo al servicio de alcanzar un mundo mejor para todos.