En nuestra experiencia de más de 25 años implementando programas de apoyo psicosocial para personas con cáncer, siendo más del 30% mujeres con cáncer de mama, hemos podido constatar que esta es una enfermedad profundamente estresante para la mujeres que la padecen. Ellas no solo tienen que lidiar con los eventos estresantes previos a la aparición de la enfermedad, los cuales no dudan en asegurar, estuvieron en el origen de la misma, sino que es una patología que impone severas amenazas tanto a nivel físico, como psicológico y emocional. El diagnóstico altera radicalmente la vida individual.
La mujer enfrenta el miedo de una reducción de su futuro. Aunque es bueno señalar que en la actualidad mujeres diagnosticadas con cáncer de mama, en una sola mama y sin metástasis al momento del diagnóstico, tienen una tasa de sobrevivencia del 99 por ciento a los 5 años.
Podemos afirmar que el miedo y la ansiedad que engendra toma posesión, tanto de ella como de su entorno. Más aún, el tratamiento planteado: cirugía, quimioterapia, radioterapia y tratamiento hormonal, en la mayoría de los casos conlleva a serios efectos colaterales: pérdida de la mama, infertilidad, disfunción sexual, caída del cabello, y falta de energía. Incluso a mediano plazo los síntomas físicos activan un tipo de estrés psicológico relacionado con la posibilidad de una recurrencia o aparición de metástasis.
Podemos afirmar que el miedo y la ansiedad que engendra toma posesión, tanto de ella como de su entorno. Más aún, el tratamiento planteado: cirugía, quimioterapia, radioterapia y tratamiento hormonal, en la mayoría de los casos conlleva a serios efectos colaterales: pérdida de la mama, infertilidad, disfunción sexual, caída del cabello, y falta de energía. Incluso a mediano plazo los síntomas físicos activan un tipo de estrés psicológico relacionado con la posibilidad de una recurrencia o aparición de metástasis.
El número de investigaciones aparecidas en la literatura en los últimos 20 años, no dejan dudas sobre el impacto positivo de una intervención psicosocial para reducir el estrés, incrementar la calidad de vida e incluso como lo reportó en 1998 el trabajo pionero del psiquiatra David Spiegel de la Universidad de Stanford, lograr un incremento significativo de la sobrevida en las mujeres con cáncer metastásico de mama grado IV. Años más tarde buscando una explicación a sus resultados también demostró un incremento significativo de variables inmunológicas en las mujeres que participan de una intervención psicosocial.
En 2009 una investigación nuestra realizada en la Cátedra de Inmunología de la Escuela de Medicina José María Vargas, de la Universidad Central de Venezuela (Castés y Pocino, 2009) reportó una disminución significativa de variables psicológicas como la depresión y la ansiedad en mujeres con cáncer de mama, que habían participado en un programa de apoyo psicosocial. Las pacientes menos deprimidas pueden interactuar mejor con sus médicos, adherirse mejor al tratamiento establecido, llevar a cabo conductas más sanas relacionadas con la alimentación, el sueño y el ejercicio y muy importante incrementar su sistema inmune que tiene actividad anti-tumoral que las puede proteger contra las metástasis.
Es importante mencionar que además del estrés físico y psicológico para la mujer que padece la enfermedad, se añade otro estrés que sufren las mujeres consanguíneas a la paciente, principalmente hijas y hermanas, que se afianzan en la creencia basada en el determinismo genético de que están genéticamente predeterminadas a padecer esta enfermedad.
Por todas estas razones, queremos enfatizar en el mes del cáncer de mama, la necesidad como una parte importante y esencial de su tratamiento que las mujeres con cáncer de mama, se beneficien en forma complementaria de un apoyo psicosocial basado en la Psiconeuroinmunología, en conjunción con los tratamientos convencionales. Es la cuarta herramienta de que disponen las mujeres con cáncer de mama, en la recuperación definitiva de su salud y debe formar parte de su cuidado, ya que este va a influir sobre la calidad de vida, el ajuste psicosocial y emocional e incluso sobre el tiempo de supervivencia y una posibilidad real de curación.