MIA Inmunoalfabetización

Uno de esos días que cambian la vida…

Texto escrito el 25 de octubre de 2014 para mi curso de Escritura Creativa

Hace un mes recibí una llamada tempranera de mi hija Alejandra:
«- Mami, quiero contarte un sueño que acabo de tener, me dejó muy impresionada. «Soñé que había tenido una bebé, una niña muy linda, parecía una muñequita. Pero era muy pequeñita y frágil, aunque estaba sana. Comenzó a gemir y le pedí a Luis (su esposo) que me la pusiera a mamar. Cuando le comienzo a dar de mamar, se ahoga y llora. Me pareció muy extraño y le digo a Luis: ¿Qué esta pasando?, ella siempre mama bien. Cuando me miro el seno, me doy cuenta de que salían de él gusanos. Me impresionó mucho y pedí el tira leche. Lo que salía era un líquido negro, efectivamente lleno de gusanos».


En ese instante un frío intenso se elevó por mi espina dorsal y recorrió mi cuerpo, supe que mi hija tenía un cáncer de mama, y que ya su inconsciente lo había detectado. Le di una explicación, la primera que se me ocurrió, la cual la tranquilizó y colgamos. Apenas aguantaba las ganas de llorar. Mi primer deseo fue olvidarlo y no darle importancia. Pero ya mi instinto de madre, de mujer, de Eva ancestral me impidió hacerlo. En ese momento solo tenía una idea fija, cómo hacer para llevarla a hacerse la mamografía y el eco mamario inmediatamente, sin revelarle mis temores.
Como las madres somos expertas en proteger a nuestras crías, incluso de ellas mismas, finalmente lo logré. Hace dos semanas le hicieron ambas pruebas y enseguida la doctora detectó una lesión que no le gustaba, ordenó una biopsia y esta arrojó que efectivamente era un cáncer de mama. Me lo informó mi hija menor Andreína estando yo en Chile en un Congreso de PNI, del cual regresé de inmediato. Ese es el tipo de noticia que una madre nunca debería recibir, súbitamente sabes que ya tu vida no va a ser la misma.


Estoy muy enfadada con todo, siento mucha rabia, sobre todo contra mi país, un país que no reconozco como el mío, pues fue a partir de un atraco que mi hija tuvo en diciembre, que le cambió la vida. Lo vivió con estrés postraumático severo, con fuertes crisis de ansiedad y pánico y cayó en depresión. Hace justo un mes, ante nuestra insistencia, finalmente fue a ver a su psicoterapeuta quien la medicó inmediatamente.


Estoy entristecida con mi hija, pues su carácter exigente, autosuficiente, perfeccionista y maltratador hacia ella misma, la llevó a montarse una coraza de doble acero blindada, para no dejar filtrar la vulnerabilidad que estaba sintiendo ante la situación del país. Lo intenté de miles formas, pero todos mis esfuerzos fueron inútiles, eran como balas que rebotaban en una piel fortificada, Cuando ya no pudo más tomó la decisión de irse del país y activó una maquinaria eficiente para aplicar a cargos internacionales. Esto debió crearle un gran pesar y mucha culpa, pues para ella nunca fue una opción irse del país.


Tan pronto supo su diagnóstico finalmente leyó mi libro, «Mami lo que dices en libro lo tenía: miedo, rabia, culpa, desesperanza, depresión y crisis de pánico. Lo tenía todo mami», fueron sus primeras palabras al encontrarnos.
Por encima de todo siento un gran dolor, una punzada permanente se ha instalado en mi pecho, pareciera que visos de no irse en algún tiempo. A veces no me deja respirar. Sé que mi vida cambió. También sé que en ocasiones anteriores, ante eventos que me hicieron sufrir, siempre terminé agradeciéndolos. A ello me aferro. Tengo la certeza de que tanto mi hija como yo saldremos fortalecidas de esta experiencia, como mejores personas y con una visión renovada de la vida.


Por el momento nos hacemos ambas la clásica pregunta que por más de 20 años he escuchado de la boca de cientos de pacientes: «¿Por qué a mi?» Pregunta que en algún momento deberá transformarse en «¿Para qué?» Y allí comenzará el verdadero proceso de curación. Por el momento su seno es mi seno, y el miércoles que viene lo perderá.

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